La cuaresma es un tiempo privilegiado para intensificar el camino de la propia conversión. Se trata de romper todo aquello que nos aparta del plan de Dios, de nuestra felicidad y realización personal.
La cuaresma es un “éxodo de la esclavitud a la libertad”, un camino de 40 días hacia la Pascua: la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte.
Te invitamos a comenzar esta Cuaresma tomándote un tiempo para ir al interior de tu corazón. El Papa Francisco nos dice en su homilía de Miércoles de Cenizas:
Todos tenemos enfermedades espirituales, todos tenemos vicios arraigados, miedos que nos paralizan, y solos no podemos vencerlos. Es necesario presentarle nuestras heridas a Jesús y decirle: "Acá estoy con mis miserias, vos sos el médico, vos podés liberarme. Saná mi corazón".
Porque nuestra vida no puede basarse solo en nuestras fuerzas, el camino consiste, “en dejarnos tomar de la mano”. Es el camino de la humildad.
Para no perder la dirección en este camino hacia la Pascua, “pongámonos ante la cruz de Jesús”. Ante esa Cruz, vemos que Dios abre sus brazos de par en par para salir a nuestro encuentro y nos invita a regresar a Él, para volver a encontrar la alegría de ser amados.
“En la vida tendremos siempre cosas que hacer y tendremos excusas para dar, pero hoy es tiempo de regresar a Dios”
Queremos invitarlos a que hagamos juntos un camino que nos ayude a ir transformando el corazón, con estas cuatro prácticas: Oración, reconciliación, limosna y ayuno.
1- Oración:
Rezar es abrir el corazón a Dios, alabarlo y contarle nuestras necesidades,
hacer silencio para escuchar lo que nos quiere decir.
En la oración, Dios va cambiando nuestro corazón, lo hace más limpio, comprensivo, generoso; lo transforma en un corazón nuevo.
2- Reconciliación:
La Confesión es un sacramento de curación.
Reconocer lo que no hice bien y pedir perdón sana mi alma y nos dispone a mirar con los ojos de Jesús todas las situaciones de la vida.
3- Limosna:
La limosna es un gesto de amor, de atención sincera.
Es la disponibilidad a compartir todo, hasta darse a sí mismos: prestar ayuda a quien necesita, enseñar al que no sabe, dar un buen consejo al que lo pide, compartir alegrías, ofrecer nuestro perdón a quien nos ha ofendido.
4- Ayuno:
La Iglesia requiere que ayunemos sólo dos días al año: el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. Y se nos permite tomar algo más que pan y agua, una comida completa, así como también dos comidas más pequeñas.
Que en esta cuaresma el ayuno más importante sea de egoísmo, orgullo, odio, pereza, murmuraciones e insensibilidad ante las miserias del prójimo.