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Enfermedad de Crohn: una afección autoinmune

A diferencia del más conocido colon irritable, que es molesto pero no daña los órganos, la colitis ulcerosa y la Enfermedad de Crohn, sí producen lesiones orgánicas importantes.

Necesitan diagnóstico temprano y buenos tratamientos para evitar cirugías en estadios avanzados.



¿Quién no ha sentido, alguna vez, inflamación digestiva? Sin embargo, ese malestar no indica una enfermedad orgánica, sino síntomas más o menos pasajeros, por ejemplo, hinchazón, dolor abdominal, pesadez, distensión, gases, náuseas, urgencia por ir al baño, que habitualmente se controlan o ceden con cambios en la dieta y medicación específica.


En un pequeño número de casos, el 0,5% de la población, estos síntomas pueden indicar Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII), cuyas dos presentaciones más habituales son la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn. En estos casos, la inflamación agrede los tejidos y produce, con el tiempo, lesiones serias que pueden requerir cirugías.


Tanto la colitis ulcerosa como la enfermedad de Crohn son autoinmunes. Esto significa que algunas células del sistema de defensa (sistema inmune) en lugar de proteger a nuestro organismo, lo atacan. Ambas enfermedades tienen un componente genético importante: puede haber predisposición, aunque no herencia.


Estas enfermedades afectan a personas jóvenes: una pequeña proporción de pacientes comienza en la infancia, pero en la mayoría de los casos se presenta entre los 15 y 30 años, por igual entre ambos sexos. También puede aparecer, pero en menor proporción, luego de los 60. Como todas las enfermedades autoinmunes, se presentan con brotes o exacerbaciones que se alternan con períodos de más estabilidad.


La colitis ulcerosa afecta la mucosa del colon o intestino grueso, y puede alcanzar todo el colon o sólo la parte final (recto y sigmoides). La enfermedad de Crohn puede afectar todo el tubo digestivo, desde la boca hasta el ano, en forma continua o por segmentos y no solo el colon (intestino grueso) sino también el intestino delgado. En una pequeña proporción se presenta una “colitis indeterminada”, con aspectos de ambas, que no termina de definirse ni por una ni por otra.


Síntomas

Los síntomas son variables, depende de qué sector esté afectado. El colon es la última estructura en procesar los alimentos, ya que recibe las sustancias indigestibles del intestino delgado, absorbe el agua y deja los productos de desecho llamados heces. Si el colon se inflama, suele producir diarrea.


Por otra parte, el recto es el encargado de mantener la continencia y cuando se pierde esta capacidad la persona no sabe cuándo quiere y cuándo no quiere ir al baño. Tiene corridas, urgencias y escapes involuntarios y, en los casos graves, repercusión general, diarrea, deshidratación, anemia por pérdida de sangre, debilidad.


También puede aparece:

  • dolor

  • distensión abdominal

  • náuseas

  • obstrucciones digestivas


¿Qué estudio se realiza para diagnosticar?

Los diagnósticos se realizan a través de endoscopías para extraer biopsias de tejido. Los métodos endoscópicos ofrecen la posibilidad de ver qué sucede dentro del tracto digestivo en vivo y en directo: se introduce un tubo fino y largo con una pequeña cámara en el extremo a través de la boca (endoscopía alta) o recto (colonoscopía) y dan valiosa información. Pero requieren sedación (una anestesia suave) y una preparación previa que no es precisamente agradable.


También puede ser necesaria una inspección del intestino delgado y en ese caso se realiza una ileocolonoscopía o bien una endoscopía digestiva alta para observar también el estómago. Otra alternativa diagnóstica es la video cápsula: una pequeña cápsula que se toma como un medicamento y en su paso por el sistema digestivo va capturando imágenes del intestino delgado.


Tratamiento

En cuanto a los tratamientos, la regla número uno es desinflamar. Se puede utilizar medicamentos que regulan la inmunidad y otros que modifican la cascada inflamatoria. Son tratamientos que aportan beneficios muy importantes pero muy costosos y deben realizarse según estrictos controles.


Cuando la colitis ulcerosa o el Crohn han lastimado demasiado los órganos, quedan las opciones quirúrgicas. Si es una colitis ulcerosa se puede extraer la parte del colon y requerir en ciertos casos una ostomía, que consiste en una apertura artificial para dar salida al contenido intestinal. En ciertos casos es permanente y en otros temporaria.


Los principales desafíos son lograr diagnóstico temprano y acceso a los tratamientos. Es la única forma en que se puede conservar los órganos sanos por más tiempo y mejorar la calidad de vida.


Dr. Pablo Lubrano

Dr. Pablo Olivera Sendra

Gastroenterología Sanatorio Mater Dei


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