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Nacer, un trabajo en equipo

Todos los días del año, las 24 horas del día, hay un equipo de guardia a disposición de las futuras mamás en el Sanatorio Mater Dei (SMD).

Si bien se realizan algunos partos programados, la institución está firmemente comprometida con el parto natural y eso implica no fijar con anticipación ni días ni horarios: las puertas están siempre abiertas para que el bebé que viene al mundo elija el momento de nacer.

“Las licenciadas en Obstetricia (comúnmente llamadas parteras) cubrimos guardias permanentes: cualquier mujer con un embarazo de 37 a 41 semanas, lo que se considera a término, encontrará aquí a una obstétrica dispuesta a evaluarla”, dice la licenciada Ana Ramón, con más de 30 años de dedicación a la tarea, siempre en el SMD.

“En todo momento también hay un obstetra de guardia para atender complicaciones o imprevistos de un embarazo en cualquier mes de la gestación, pero en el caso de las mujeres que llegan con las primeras manifestaciones del trabajo de parto (contracciones, rotura de bolsa), una vez que las evaluamos nos comunicamos con el resto del equipo, médico obstetra y anestesista, para que se presenten en el Sanatorio”.


Acompañar un proceso

La doctora Marta Elena Domingo, anestesióloga del equipo, dice que una clave del trabajo en equipo para ayudar a nacer es ser capaces de correr. “Es que algunas veces el llamado es muy urgente, y tenemos que llegar rapidísimo”, comenta, con una sonrisa y haciendo un gesto de maratonista.

“Nuestra tarea es ofrecer analgesia a la mujer para aliviar el dolor del trabajo de parto, hacer que la experiencia le resulte más placentera y que se pueda conectar mejor con su bebé –aclara la especialista-. La analgesia no interfiere con el parto, le permite pujar normalmente y estar ‘conectada’. Lo más importante es que nosotros no imponemos nada: las mujeres pueden elegir si quieren o no recibirla.”.

El doctor Carlos Oyenard, jefe del Departamento Materno Infantil, del Servicio de Obstetricia y Ginecología y Coordinador del Departamento de Docencia e Investigación del SMD, nos explica que el miedo al dolor es una constante entre las parturientas y que el mandato bíblico (“Parirás con dolor”) es cierto, pero que, sin embargo, “se avanzó muchísimo en los cursos de preparación para que las mujeres puedan ser capaces de percibir y manejar el dolor sin tanta angustia o ansiedad”.

El obstetra explica que en el trabajo de parto normal (proceso que dura en promedio entre 10 y 12 horas antes del alumbramiento) unos de los primeros signos de que el bebé viene en camino son las contracciones, que tienen una duración variable: de 30 segundos a 1 minuto y medio cuando ya está naciendo la criatura. “Pero luego de cada contracción el dolor desaparece y lo que persiste es la sensación de peso en el periné porque allí está la cabeza del bebé, pero ya no es ese dolor agudo”, describe.

La idea es que si la mujer pronta a dar a luz conoce ese ciclo fisiológico puede interpretar mejor qué le está ocurriendo en ese momento y transitarlo con más confort, agrega el doctor Jorge Ortega, un cálido médico chaqueño que integra el plantel de obstetras del Sanatorio.

“Cada mujer que va a parir es diferente. Y este es un Sanatorio abierto a que manifiesten sus deseos y sus elecciones. Lo primero, siempre, es escucharlas. Para nosotros, el centro de la atención son ellas”.

Así, algunas parturientas prefieren deambular durante el trabajo de parto; otras alternan caminatas y descanso; también algunas pueden sentarse bajo la ducha con agua a temperatura agradable; estar en cuclillas; tomar líquido; comer; recibir masajes; estar sola o acompañada..

“Eso vuelve más tolerable el proceso –puntualiza Oyenard-. La analgesia, agrega, es la única intervención que el equipo propone durante el trabajo de parto, siempre a pedido de la mujer.

Llega una nueva vida

“Hacemos entre 2600 y 2800 partos por año y durante el año pasado pusimos en marcha un programa para reducir las cesáreas en partos de bajo riesgo –afirma el doctor Oyenard-. En el primer semestre el promedio de cesáreas en estos partos fue del 32% en esos partos, pero en el segundo pudimos reducirlo al 28 por ciento”.

Los especialistas, por supuesto, no niegan la utilidad de la cesárea en muchos casos: es la cirugía más realizada del mundo y, al igual que los fórceps, (un recurso con muy mala prensa, pero a veces necesario) contribuyen a salvar muchas vidas, tanto de mamás como de bebés.

Pero la postura del equipo de Obstetrica del SMD es, en el embarazo de bajo riesgo, defender el derecho de la mujer a tener un parto natural.

“Es que cuando el parto es natural –afirma la licenciada Natalia Nolasco, enfermera y experta en puericultora del SMD-, el calostro (primera leche materna) baja de manera casi inmediata. En la sala de parto, el bebé es inmediatamente ubicado sobre el pecho materno y muchos tienen su primera prendida allí”.

Una anécdota enorgullece y emociona a Natalia: la de una joven mamá que tenía sólo un pecho porque había sido operada de cáncer mamario y aun así pudo salir del Sanatorio con su bebé prendido mamando.

El bebé, ni bien nace, es puesto sobre la mamá. Es más: si todo viene bien, una vez que salieron la cabecita y los hombros, los especialistas invitan a que sea la propia mamá quien lo termine de sacar de su panza y, todavía con el cordón latiendo, lo ponga sobre su pecho.

De ahí en más, excepto los pocos minutos en que lo llevan para pesarlo y darle unas vacunas (junto con el papá o quien acompañe a la mujer), el recién nacido no se separará ni un instante de su mamá. De la sala de parto se van a la habitación con un “camisón canguro”, que permite envolverlos a ambos sin deshacer ese mágico abrazo.

Siempre que hay un nacimiento hay familias y amigos que quieren participar y expresar su alegría. Pero aquí, nuevamente, el equipo de Obstetricia pone las cosas en su lugar si haga falta.

“Muchas mujeres, antes de dar a luz, nos dicen que el SMD tiene horarios estrictos de visita –comenta el doctor Oyenard, con una sonrisa-. Una vez que tuvieron a su bebé, y que necesitan estar solas y tranquilas, con su marido, con su mamá, que es su referente más cercano en la maternidad, nos piden por favor que pongamos un cartelito de ‘no visitas’. No es que no quieran compartir su alegría, es que es un momento muy especial en la historia de esa familia y las visitas, si son muchas o demasiado entusiastas, pueden ser perjudiciales en lugar de positivas”.

La mayoría de las veces, el binomio mamá-bebé parte del sanatorio 48 horas después del parto. Una nueva vida acaba de comenzar y va por todos los desafíos que le esperan.

En el SMD, en tanto, un equipo de profesionales que acompañan y asisten nacimientos desde hace muchos años esperan, las 24 horas de los 365 días del año, con respeto, emoción y un profundo sentimiento de “equipo” seguir adelante con una tarea conmovedora, sino la más conmovedora de todas: traer bebés al mundo.




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