El Sanatorio nació gracias al impulso de un grupo de mujeres, de la Comunidad de la Pequeña Compañía de María, y a partir de 1975, de las Hermanas de María. La vocación de servicio y su vida sostenida en la fe y entregada al cuidado de los más necesitados fue el motor que hizo crecer al Mater Dei.
Nos cuenta la Hermana Diemut sobre aquel comienzo: “A pesar de toda la ayuda brindada, no fue fácil estar al frente de una obra de tal magnitud. A veces nos parecía que estábamos escalando el Himalaya, pero confiando en Dios y en la Virgen pusimos manos a la obra.”
Hoy, las mujeres del Sanatorio siguen aportando con su fuerza creadora que las lleva a entregarse a los demás. Como familia Mater Dei, día a día, trabajan con el compromiso de cuidar la vida de cada paciente con calidez y servicio.
Te invitamos a agradecerle a esas mujeres que trabajan en el Sanatorio que hoy las recordamos con especial cariño…
...por su amabilidad
...por su entrega
...por acompañar
...por ser fuente de inspiración
...porque nos han dejado una huella que hoy recordamos.
“Sí, mujer, grita de alegría porque eres muy amada por tu Dios. Él te hizo parte de su obra creadora y, a imagen de María, te hizo madre del amor hermoso, de la vida y la esperanza. [...]
Él te quiere libre. Libre de miedos, porque Él te sostiene; libre de culpas, porque Él perdona todo y una vez personado, lo olvida todo y te contempla con gozo. Él te acompañará, paso a paso, en tu peregrinar por la vida. El Señor está en medio de tí, allí donde se desarrolla tu jornada, está en el conflicto, en el aguardar paciente, en lo que no es perfecto, ni está del todo en orden. Allí está Él y se complace en ti. A tu lado. [...]
Él te necesita así como eres, te acepta con tus aristas, fronteras y quiebres, te renueva con su amor y lanza por ti gritos de alegría, simplemente porque eres hechura de sus manos, arcilla de su suelo modelada por su genio de alfarero.
Él cuenta contigo para caminar por la vida como María: “fuerte y digna; sencilla y bondadosa”. Él cuenta con tu “sí” para realizar cosas grandes: con el sí de una mujer, ¡cambió la historia de toda la humanidad!.
Mujer, levanta tu mirada, alza tu rostro, sonríe a tu paso. Ya despunta la promesa de una nueva mañana. Y esa promesa, eres tú. [...] ”
Fragmento del libro “Mujer, eres promesa. Textos escogidos del Padre José Kentenich”