Al ingresar al Santuario de Schoenstatt, encontramos esta frase que es una "expresión de amor", y nos recuerda la necesidad de nuestro esfuerzo y colaboración al presentar nuestras intenciones a la Santísima Virgen María. "Nada sin Ti, nada sin nosotros" es el centro de la espiritualidad de Schoenstatt, es la Alianza de Amor.
En la capilla el Sanatorio, incorporamos hace poco una tinaja o vasija junto al altar, y una dinámica en torno a ella. La tinaja está relacionada con un pasaje del Evangelio, conocido como “Las bodas de Caná”. Aquí se relata el momento en el que, durante el festejo de una boda de unos amigos, se quedan sin vino.
María, como buena mujer y madre, siempre atenta a los detalles, se da cuenta, y pide a su Hijo que los ayude. Ante la negación de su hijo Jesús, ella insiste con una expresión que define su lugar de compañera y colaboradora en la obra de la Redención: “Hagan lo que Él les diga”. Ante la intercesión de su madre, Jesús entonces indica a los sirvientes que llenen las tinajas de agua hasta el borde, y esa agua se transformó en vino, en el mejor vino.
En la espiritualidad de Schoenstatt, este pasaje del Evangelio simboliza mucho, y la tinaja que pueden encontrar en cada santuario tiene que ver con esta realidad. Jesús, por intercesión de su madre, obró el milagro, pero no lo hizo solo, sino que pidió ayuda a los sirvientes, que después se encargaron de distribuir el vino.
En cada santuario de Schoenstatt, la Mater nos espera con los brazos abiertos, recibe nuestros pedidos, necesidades, agradecimientos, y nos recuerda a través del símbolo de la tinaja: NADA SIN TI, NADA SIN NOSOTROS. Esta frase expresa la realidad de una alianza: Ella intercede por nosotros ante su Hijo, y espera también nuestra colaboración. ¿De qué manera? Espera, simplemente, que depositemos “nuestra agua”, aquello que tenemos para ofrecer, poco o mucho, dolor, sacrificios, pruebas diarias, también alegría, gratitud, lo que somos y lo que vivimos. Esa es el agua que Jesús transformará en “el mejor vino”, en el vino de la gracia.
Imaginemos que esto ocurre en todos los santuarios del mundo, cada uno se acerca a la tinaja con su agua, que es transformada en gracia. María distribuye esas gracias no sólo a nosotros, sino a aquellos que las necesitan. Así ocurre algo especial, nuestras vidas se entrelazan y nos alimentamos unos de otros, no sólo del propio esfuerzo, de lo que yo soy capaz de acercar.
La tinaja que está en nuestra Capilla, es un signo más de que nuestra casa es una ampliación del santuario. Las Hermanas recogerán todo lo ofrecido en la tinaja mes a mes, para que cada 18 (día de la Mater), en el Santuario de Nuevo Schoenstatt, se quemen en una pira junto a tantas otras.
Si miramos a la Mater, si miramos la tinaja, si cerramos los ojos, podemos encontrarnos en el Santuario, ofrecer, recibir, encontrar la paz.